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Inventario de Amaneceres

TRISTEZA

TRISTEZA Hoy estoy triste. Y odio. Hoy estoy odiando, y no me gusta. No me gusto cuando odio.
Hoy estoy deseando cosas que no le desearía a nadie. Pero se lo deseo. Profundamente. No para que lo pase mal. Sólo para que entienda, para que abra los ojos, para que un mínimo de su compasión (de la que tanta gala hacen los de su pensamiento) caiga sobre mi persona. Desearía que esta persona se viese tan SOLA, tan desamparada, tan triste, tan imposible...
que tuviera que marcharse de casa una semana y refugiarse en los brazos de sus amigos para entender lo que vale hoy un amigo, y lo que vale un amor cobarde.
Que se pasase las noches llorando hasta que se hace de día, que las horas que duerma ya no las descanse, que se hiciese el valiente para que nadie le notase nada y al final... todos se lo notasen.
Que se sintiese tan abandonado de la mano de todo el mundo, de la mano de ese dios que dicen hay en algún lado, que la oscuridad no sirviese para nada más que para esconder las lágrimas y la cara hinchada y la almohada empapada e indormible...
Que SUPIERA que sus padres lo oyen llorar muchas noches, cuando la mochila pesa más, como hoy, y que nunca dicen nada y nunca entran y el corazón se les parte al otro lado de la pared, hasta el día que se les parte en el mismo lado, y acabas llorando con ellos.
Que tuviera ganas de gritarme, GRÍTAME, GRITA qué es lo que quieres de mí, pero no lo grites, porque se supone que yo lo debería saber y no lo sé... Nunca lo supe.
Que le quedase ese dolor de saber que al final ganaron los que se suponía que eran mejores personas, pero a los que a la larga demostraron tener más bondad en sus corazones y los que fueron más valientes la satisfacción les supo a poco, porque tuvimos que callar, por no rebajarnos a la altura de gente que se supone no somos.
Deseo que no tuviera miedo de quedarse solo en casa, cuando las paredes se estrechan y ya no hay nada más que su maldito recuerdo volando por todas partes, y en lugar de dar un portazo y engañarme a mí misma me quedo y recuerdo, y me hago fuerte a base de golpes, pero no huyo de nada. Quisiera que aprendieses a ello, porque duele aprenderlo así.
Quisiera que viese lo imposible de luchar contra algo que te ganó la partida antes de empezar, y quedase con el regusto amargo de la derrota inmerecida, porque tú luchaste con alma y corazón y él con tanques y ejércitos numerosos.
Quisiera que mis palabras no cayeran en saco roto...

2 comentarios

Andreilla -

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Es todo lo que te puedo escribir, mi chochi. Tetimu

Ricky -

te comprendo perfectamente. Nos vemos pronto.
un besazo cielo